miércoles, 11 de septiembre de 2013

No hace falta que te diga que me muero.
No puedo acercarme a tu boca y no desearla de mil maneras locas.

No puedo evitar navegar por el mar de tus olas.
No hace falta que te diga que respiro, la orilla siempre muestra el camino.

No puedo negar imaginar ver desde el muelle el brillo de tus ojos encenderse.
No hace falta que te diga que tal cual farol me enciendes.

No puedo evitar estar a la deriva después de haber atravesado una tormenta precavidamente querida.
No hace falta que te diga el color de mis botes salvavidas, la brisa nos calmara, con tiempo el agua fluirá.



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